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La Casa, como hemos comentado en portada, es espaciosa y fresca, sobretodo por su alto puntal y las grandes ventanas que constantemente dejan pasar la brisa fresca. Posee un área fabricada de unos 345 mt2 entre sus amplios portales y las espaciosas habitaciones con baños intercalados, así como un espacioso comedor.
La amplia cocina aún se mantiene con sus antiguos fogones de carbón los cuales hay intención de seguirlos utilizando siempre, pues ello significa disponer de todo el tiempo del mundo para cocinar sin ningún apuro, combatiendo así los apuros de la vida moderna a la que estamos acostumbrados. Está apoyada por un espacioso pantry y una terraza lateral que ha sido anexada para favorecer la comodidad de tan importante lugar que pretende en un futuro ofertar la gastronomía del lugar.
Los jardines y el patio son plato fuerte de Villanabel y se trabaja todos los días por llevarles a todo su esplendor. Mamey, guayabas, mangos, limón, naranjas, plátanos, níspero, café, abundan en el patio el cual termina en un pequeño rio que en época de temporal se convierte en un peligroso caudal, aunque generalmente discurre tranquilamente. A la noche se pueden escuchar la sinfonía de los sapos toros mientras se observa el vuelo del “cocuyo”, llamando así a lo que se conoce como luciérnagas; los muchachos del pueblo en noche cerrada las ponen en un tarro de cristal y juegan con ellas como linterna.
Del jardín se restaura actualmente su césped, contaminado por la conocida hierba japonesa y esperemos que en breve también logremos su mayor esplendor. Se trabaja en tener lo más variado de la flora entre las que destaca la mariposa, flor nacional.
Villanabel avanza poco apoco y los resultados serán siempre bien recibidos.
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